Los platos son decorados con la comida, el precio es el usual en ese tipo de restoranes de lujo- la vista al mar es de primera. El interior esta muy bien decorado y el mobiliario esta acorde con el lugar.
Avisamos que llegaríamos tarde y fuimos muy bien recibidos. La estufa y los calientacamas estaba encendidos en nuestra habitación... muy agradable, considerando lo fría que estaba la noche! La casona parece un museo antiguo, adornada con bellas antigüedades, las habitaciones son sencillas y limpias. Juan Carlos, nuestro anfitrión, nos preparó un pisco sour que estaba maravilloso, como no probábamos hace tiempo! (Muy recomendable) Lo mejor de la estadía, el desayuno: estupendamente servido, rico, variado y abundante!
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